miércoles, diciembre 31, 2008

Laicismo para construir un futuro más libre.

El "choque de morales" entre la cultura helenística y la cristiana, dice Luis Antonio de Villena, no está aún resuelto y "sólo el laicismo, respetuoso de las religiones plurales -y que debe él mismo ser respetado- puede resolverlo". Es decir, la solución al enfrentamiento es el respeto, la convivencia democrática y el diálogo, pero nunca el dogmatismo, el fanatismo, la intolerancia y la aniquilación del contrario. En su libro comentado ayer Luis Antonio cita a la matemática, astrónoma y filósofa Hipatia de Alejandría como perteneciente al grupo -silenciado por la Iglesia- de "mártires paganos" de la intolerancia y el fanatismo cristiano. Sin duda, el laicismo puede ser la solución al "martirio" de unos y otros.

Hoy me encuentro en la Red con una agradable sorpresa: el "Manifiesto por la laicidad" de Redes Cristianas. Es una apuesta "por la independencia, respeto y colaboración" entre el ámbito civil y el religioso; aboga por un Estado laico; considera como un hecho positivo "el desarrollo progresivo de la laicidad"; laicidad que, para estos cristianos modernos también, significa pluralismo, respeto a la diferencia y "autonomia del Estado respecto de cualquier magisterio religioso o cosmovisión filosófica que pretenda imponerse como la única verdadera."

Laicidad que significa "autonomía de lo político y civil respecto a lo religioso", separación definitiva de Iglesia y Estado con reconocimiento de libertades pero no de privilegios.

"Laicidad escolar" que posibilite la educación "sin proselistismos ni adoctrinamientos" dentro del pluralismo religioso y cultural y contraria "a la actual presencia de la religión confesional católica en el sistema educativo y en la escuela pública y concertada."

Tal vez estos neocristianos de hoy, como decíamos ayer, "vuelven a los clásicos para ser modernos". Vuelven al mundo clásico -a los orígenes del cristianismo- anterior a Constantino y a Teodosio. Sin duda, de ese mundo clásico unos y otros podemos sacar alguna lección que nos ayude a gestionar las diferencias religiosas y culturales en una sociedad democrática "para construir el futuro más libre y -¿por qué no?- más hedonista". Como decía el "neopagano", Luis Antonio de Villena.

domingo, diciembre 28, 2008

"Seamos clásicos para ser modernos".

Luis Antonio de Villena, admirador de los clásicos griegos y latinos, -"enamorado y devoto de esas culturas" dice-, nos ha obsequiado con un libro ligero -pero no falto de interés- para estas fiestas: "Biblioteca de clásicos para uso de modernos". Luis A. de Villena, que se declara un "humanista vocacional", afirma que las culturas griega y romana -"culturas nutricias" las llama- "van desapareciendo tristemente de los planes de estudio, ante la mayoritaria indiferencia". Y, enojado por ello, escribe:"Una de las razones de este libro es protestar contra esa desaparición del humanismo grecolatino".

Luis Antonio de Villena escribe en su página Web: "El autor, ferviente neopagano, se sentirá satisfecho si esta Biblioteca de clásicos para usos modernos atrae a nuevos lectores a un mundo fascinante, desde el principio al fin. Sin los griegos y los romanos antiguos seríamos muy otra cosa de lo que somos. Más pobre, sin duda. Afirma Petronio: “Animus quod perdidit optat”. O sea: “El espíritu desea lo que ha perdido”. Ojala sea así."

Son 65 entradas -de Adriano a Virgilio- en "un diccionario muy personal" que pretende "ser solo una introducción o un acicate" para que el lector se sienta llamado a "hacer para su propio placer y autoayuda un florilegio de autores y dichos clásicos".

Tanto en el prólogo como en varios artículos Luis A. de Villena realiza algunas confesiones explícitas. Tal vez la más insistente sea ésta: "Me sentí más pagano que hondamente cristiano siempre". Sin duda porque entiende -y lo afirma expresamente- que "el cristianismo fue una de las causas del final de Roma". "El cristianismo, pese a que en parte resguardó algunos elementos de la cultura antigua, chocaba frontalmente contra su animología". La moral del mundo grecorromano era muy distinta a la de los cristianos y "ese choque de morales (ahora llevado a la política) no está aún resuelto, y sólo el laicismo, respetuoso de las religiones plurales-y que debe él mismo ser respetado- puede resolverlo".

Al hablar de Hipatia, matemática y astrónoma en la Alejandría del siglo IV, Luis Antonio aprovecha para hacer mención de "los años de tensión y lucha entre el emergente y cada vez más poderoso cristianismo (en momentos muy dogmático e intolerante) y la suerte final del helenismo -de la tradición helenística general, incluyendo Roma- que tarde ya pasó a denominarse paganismo". Es decir, el enfrentamiento del "hebraísmo contra el helenismo" en expresión de James Hillman -"Pan y pesadilla", Atalanta, Girona, 2007-. El cristianismo resulta molesto por su desacato al Emperador y por su inicial afán libertario, pero "sobre todo por su afán de religión revelada, de ser la única verdadera y posible y, por lo tanto, de tener que acabar con todas las demás". Cuando en el año 381 Teodosio decrete que el cristianismo no sólo es la religión oficial -ya lo era desde Constantino- sino la única y obligatoria, los cultos grecolatinos serán calificados de paganos y quedarán prohibidos y perseguidos.

Pero nuestro autor afirma convencido: "Claro es que el helenismo no ha muerto del todo. Habrá un intento de salvar su cultura, incluso por parte de los cristianos más ilustrados, y quedará la idea básica de un "renacimiento" que regularmente no ha cesado en nuestra cultura." Y es dentro de esta lógica donde Luis Antonio de Villena se declara "neopagano" y "humanista vocacional" intentando ver en ese mundo clásico grecolatino y en muchos de sus autores "lo que aún tienen de nuevo y de materia espléndida para construir el futuro más libre y más hedonista".
Y pone el punto final: "Seamos clásicos para ser modernos. Éste sí es el mensaje no concluso de este libro inacabado que cierras". Punto.

martes, diciembre 09, 2008

1 9 4 8 - 2 0 0 8 : ¡ 60 años en el intento !


Hace exactamente 60 años -el 10 de diciembre de 1948- la Asamblea General de la ONU aprobó un texto que todavía sigue siendo un ideal del colectivo humano frente a una realidad que cada día recuerda y reafirma la injusticia en todo el mundo. La declaración universal de los Derechos Humanos sigue sin ser conocida por muchas personas en el mundo y, por supuesto, sigue siendo incumplida diariamente por personas, instituciones y gobiernos.


El respeto a los derechos del hombre es lo que realmente humaniza a la persona y a los pueblos. Mientras las personas no ven reconocidos sus derechos fundamentales no son stricto sensu seres humanos. Por eso las personas y las sociedades que no reconocen estos derechos están colaborando a la deshumanización del mundo, al asilvestramiento de la raza humana, a la destrucción de la humanidad. Y al contrario, la lucha incesante por el respeto de los derechos humanos en todo el mundo, en todo pueblo, en toda sociedad, en todo grupo es la mejor aportación a la construcción de un mundo cada vez más justo, más solidario, más libre y, por tanto, más humano.

Hay muchos todavía que creemos que es posible un mundo mejor; muchos que todavía no están cansados en su lucha diaria; muchos que se siguen uniendo a la causa; muchos que todavía se atreven a gritar "¡yes, we can!".

viernes, diciembre 05, 2008

Numancia, patrimonio europeo.


Gustavo Fernández Aroaz, presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), un organismo consultivo de la Unesco, ha salido en defensa de Numancia. Ha dicho: "Numancia tiene importancia más allá de Soria, de Castilla y León y de España, es un patrimonio europeo y de todos los que pertenecemos a la cultura hispánica". Por eso lamentó que se vaya "fragmentar el paisaje cultural de Numancia". Igualmente Martín Almagro, de la Real Academia de la Historia afirmó que "alterar el contorno es más que alterar Numancia misma".


¿Conseguirán algo instituciones tan importantes como Icomos y la Real Academia de la Historia ?


Entre todos ¡Salvemos Numancia! El sitio de Numancia debe seguir siendo una lección de historia.