
Hoy me encuentro en la Red con una agradable sorpresa: el "Manifiesto por la laicidad" de Redes Cristianas. Es una apuesta "por la independencia, respeto y colaboración" entre el ámbito civil y el religioso; aboga por un Estado laico; considera como un hecho positivo "el desarrollo progresivo de la laicidad"; laicidad que, para estos cristianos modernos también, significa pluralismo, respeto a la diferencia y "autonomia del Estado respecto de cualquier magisterio religioso o cosmovisión filosófica que pretenda imponerse como la única verdadera."
Laicidad que significa "autonomía de lo político y civil respecto a lo religioso", separación definitiva de Iglesia y Estado con reconocimiento de libertades pero no de privilegios.

Tal vez estos neocristianos de hoy, como decíamos ayer, "vuelven a los clásicos para ser modernos". Vuelven al mundo clásico -a los orígenes del cristianismo- anterior a Constantino y a Teodosio. Sin duda, de ese mundo clásico unos y otros podemos sacar alguna lección que nos ayude a gestionar las diferencias religiosas y culturales en una sociedad democrática "para construir el futuro más libre y -¿por qué no?- más hedonista". Como decía el "neopagano", Luis Antonio de Villena.
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