El "choque de morales" entre la cultura helenística y la cristiana, dice Luis Antonio de Villena, no está aún resuelto y "sólo el laicismo, respetuoso de las religiones plurales -y que debe él mismo ser respetado- puede resolverlo". Es decir, la solución al enfrentamiento es el respeto, la convivencia democrática y el diálogo, pero nunca el dogmatismo, el fanatismo, la intolerancia y la aniquilación del contrario. En su libro comentado ayer Luis Antonio cita a la matemática, astrónoma y filósofa Hipatia de Alejandría como perteneciente al grupo -silenciado por la Iglesia- de "mártires paganos" de la intolerancia y el fanatismo cristiano. Sin duda, el laicismo puede ser la solución al "martirio" de unos y otros.
Hoy me encuentro en la Red con una agradable sorpresa: el "Manifiesto por la laicidad" de Redes Cristianas. Es una apuesta "por la independencia, respeto y colaboración" entre el ámbito civil y el religioso; aboga por un Estado laico; considera como un hecho positivo "el desarrollo progresivo de la laicidad"; laicidad que, para estos cristianos modernos también, significa pluralismo, respeto a la diferencia y "autonomia del Estado respecto de cualquier magisterio religioso o cosmovisión filosófica que pretenda imponerse como la única verdadera."
Laicidad que significa "autonomía de lo político y civil respecto a lo religioso", separación definitiva de Iglesia y Estado con reconocimiento de libertades pero no de privilegios.
"Laicidad escolar" que posibilite la educación "sin proselistismos ni adoctrinamientos" dentro del pluralismo religioso y cultural y contraria "a la actual presencia de la religión confesional católica en el sistema educativo y en la escuela pública y concertada."
Tal vez estos neocristianos de hoy, como decíamos ayer, "vuelven a los clásicos para ser modernos". Vuelven al mundo clásico -a los orígenes del cristianismo- anterior a Constantino y a Teodosio. Sin duda, de ese mundo clásico unos y otros podemos sacar alguna lección que nos ayude a gestionar las diferencias religiosas y culturales en una sociedad democrática "para construir el futuro más libre y -¿por qué no?- más hedonista". Como decía el "neopagano", Luis Antonio de Villena.
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