"¿Qué queda de Mayo de 1968?, se pregunta Henri Weber, viejo sesentayocho, hoy notable del socialismo francés. Su respuesta es optimista: "La vida nos ha cambiado, pero nosotros también hemos cambiado la vida". Las utopías pueden llevar a catástrofes si se intenta su plena realización, pero son en cambio sumamente útiles para mostrar los riesgos del conservadurismo e impulsar un cambio en la sociedad." (Antonio Elorza en "La izquierda en Mayo" en "El País" de hoy.)
La última frase de Elorza sugiere una pregunta: ¿para qué sirve la "utopía"? Y viene al recuerdo la respuesta de Eduardo Galeano:
"Ella está en el horizonte.
Me acerco dos pasos;
ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine,
nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve:
para caminar”.
Y sigue Antonio Elorza: "Mayo del 68 puede así ser contemplado como un punto de partida para dos trayectorias divergentes. Una, con "la imaginación al poder", supone un aliciente para cambiar los modos de pensamiento establecidos. Otra, colocada bajo la enseña de "sólo es el comienzo, prosigamos el combate", ignora que las circunstancias del 68 son irrepetibles en Europa, que las grandes movilizaciones de estudiantes y de trabajadores, en ese año en Francia, y al siguiente en Italia, suponen el punto final del largo ciclo revolucionario que arranca de 1848."
Aquí queda Mayo, Mayo 08, como "memorial del 68", como nuevo impulso de aquel "punto de partida" de una nueva utopía que movió a una generación hacia un horizonte que se aleja, según se avanza. Pero se avanza... ¡aunque se aleje!
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