
con una clara reivindicación: "Quiero desnudar la hipocresía de mi tío". Parece que esta reivindicación de la sobrina del Cardenal ya es antigua. En ese mismo número de Interviú una deportista, campeona de halterofilia, se desnuda también "para denunciar que el presidente de la Federación de Halterofilia y el seleccionador nacional no me han llevado al campeonato de Europa a pesar de haber hecho méritos más que suficientes para ir."
Estos dos hechos pueden servirnos de ocasión para iniciar una reflexión sobre "la utilización del desnudo como arma reivindicativa". ¿Cuándo se inicia ese utilización del desnudo y por qué? ¿Cuál es la fuerza reivindicativa del desnudo y dónde radica esa fuerza?
En primer lugar -antes de intentar responder a esas preguntas- conviene constatar que cada vez para más gente el nudismo constituye, además de una forma de vida, una manifestación de libertad, en sociedades supuestamente democráticas. Ejemplo de ambas cosas son las asociaciones naturistas y las playas nudistas. En este sentido parece que España tiene una de las legislaciones más abiertas de Europa sobre el nudismo. En el actual Código Penal la práctica nudista desapareció como delito de “escándalo público” y no necesita ni autorización ni espacios públicos reservados para ejercerlo. Algunas legislaciones municipales, en cambio, limitan esta práctica, y las autoridades suelen echar mano del artículo 185 del Código Penal, que bajo el título de Exhibicionismo y Provocación Sexual lo contempla como delito “si se realiza delante de menores o deficientes mentales, siempre y cuando haya intención sexual, bien de provocar a terceros o bien de excitar a uno mismo”.

Pero desde hace unos años distintos colectivos -futbolistas, estudiantes, bomberos, amas de casa, etc…- exponen sus cuerpos desnudos en calendarios como sistema reivindicativo. También lo han hecho las azafatas de Ryanair en un polémico calendario, al parecer, con fines benéficos (entre otros, evidentemente). Hasta los curas - estos no aparecen desnudos- tienen todos los años su propio calendario diseñado por el fotógrafo italiano Piero Pazzi. Incluso el Papa actual, Joseph Ratzinger, ha sido modelo de excepción en un calendario para el 2008.
El desnudo, por supuesto, ha sido tratado como motivo artístico a lo largo de la historia de la pintura y en la actualida por la fotografía. Pero además hoy se intenta convertir en motivo artístico el desnudo colectivo. El fotógrafo estadounidense Sthepen Tunick ha dado la vuelta al mundo en busca de desnudos colectivos que se transforman en impresionantes obras de arte en las que el cuerpo es el protagonista absoluto.

A partir de 2004 la Coordinadora de Colectivos Ciclonudistas de Aragón, junto con la World Naked Bike Ride de Canadá se lanzaron a convocar la Manifestación Ciclonudista Mundial.


Volvamos a la Grecia clásica. Los juegos olímpicos en Grecia casi siempre revisten un carácter religioso: tienen lugar en fiestas determinadas, en torno a un santuario y unidos a algunas ceremonias religiosas. Así ocurría especialmente con los juegos panhelénicos celebrados en Olimpia, Delfos, Nemeo o en el santuario de Istmo en honor de Zeus, Apolo o Posidón.
La religión panhelénica, en cuyo contexto hay que interpretar los Juegos Olímpicos, posiblemente ha olvidado las funciones rituales que el agôn podía tener en su origen. Pero la victoria en la prueba conserva su valor de consagración: la mayor recompensa del vencedor es la gloria; la victoria consagra al vencedor; la gloria es sagrada. Ella significa la aureola de un prestigio sagrado. En este rito olímpico la victoria y el triunfo del atleta simula y evoca las hazañas de los héroes y los dioses. La victoria hace al hombre semejante a los héroes y a los dioses, lo consagran. Y en este contexto el cuerpo desnudo del atleta es un valor sagrado: su fuerza, su rapidez, su agilidad (“citius, altius, fortius”) y su belleza aparecen ante los espectadores como divinas.
La imagen del deportista creada por los artistas debe responder a esa gloria semidivina. El cuerpo del deportista debe ser hermoso, con vigor, con juventud inalterable. El cuerpo del atleta deberá reflejar su status alcanzado en el estadio. La belleza del cuerpo desnudo es la mejor manifestación de su condición semidivina.
Los dioses griegos representan fuerzas de la naturaleza y, lógicamente, la fuerza va a ser un atributo de la divinidad. Los héroes participarán de esa fuerza física unas veces y moral otra. Ahora bien la representación de unos y otros en forma corporal no olvidará esa cualidad de fuerza física que incluirá la idea de perfección y, consecuentemente, la de belleza física. Para apreciar esa belleza física nada mejor que presentarlos desnudos. Así el cuerpo desnudo del dios o del héroe es manifestación de su divinidad o de su heroicidad. La belleza entre las diosas es un motivo de orgullo; orgullo bien correspondido por la envidia de otras diosas.
Los atletas vencedores son los héroes y dioses del estadio y como tales deben ser tratados y representados: como inmortales, como perfectos en su cuerpo. En este sentido el desnudo del deportista es una reivindicación de su carácter heróico o semidivino.
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