Entre otros muchos lugares, la diosa Felicidad está pintada en la bóveda de una sala - la vigésimonona- del Palacio Real de Madrid. Está sentada en un sitial sobre una nube apoyando su pie en un almohadón -simbolizando la comodidad-, con el caduceo en una mano -símbolo de unión y concordia- y en la otra la cornucopia de Amaltea -como símbolo de la riqueza-. Junto a ella está la joven Abundancia, coronada de flores y con un manojo de espigas de trigo en su mano. Al otro lado la joven Paz junto a un olivo.
A la Felícitas latina los griegos la llamaron Eudemonía o Macaria. Era tenida por hija de Hércules. Se cree que Julio César al hacerse cargo de la república romana tuvo intención de dedicarle un templo porque creía que esta diosa le favorecía. La muerte se lo impidió, pero lo levantó Lépido. La imagen de Felícitas aparece en monedas de Adriano y de Cómodo. Datos tomados del libro de Francisco José Fabre, Madrid 1829 "Las alegorías del Palacio Real".
Este sestercio, en su reverso, muestra a la diosa Felícitas (la Felicidad) como una muchacha sosteniendo un caduceo y un largo cetro; la moneda pertenece al reinado de Cómodo.
Eric G. Wilson con su libro "Contra la felicidad. En defensa de la melancolía" de Taurus está presente en la feria madrileña del libro. El sábado, 31 de abril, hizo la presentación José María Ridao. De ello nos informa Carolina Ethel en el diario "El País".
Hay una pregunta de Wilson que, al menos, intranquiliza: "¿Tiene la ignorancia que ver con la felicidad, la cual nos crea mundos planos, sin complejidades intelectuales?". Carolina Ethel también recuerda en su artículo la frase de Gustave Flaubert: "Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la primera, estáis perdidos".
Wilson cuestiona la conveniencia de afirmar la "felicidad absoluta" cuando dice que "promover la sociedad de la felicidad absoluta es fabricar una cultura del miedo".
Nos podemos preguntar: ¿es posible la felicidad absoluta? ¿es posible la felicidad? ¿Son incompatibles la sabiduría y la felicidad? ¿Solo los estúpidos o los ignorantes alcanzan la felicidad? ¿Cuáles son las condiciones de la felicidad? ¿Se impone necesariamente la melancolía?
Hace unos veinte días Rosa Montero escribía: "He aquí una noticia insospechada: el ser humano es un animal esencialmente feliz. O eso parece deducirse de un montón de estudios y de encuestas.... Diversas investigaciones demuestran que, en tiempos de paz, la mayoría de los individuos se consideran a sí mismos más felices que infelices."
Tal vez alguien ante estas afirmaciones de Rosa Montero diga: "es la felicidad de los estúpidos o de los ignorantes; no hay que confundir la felicidad con la sensación de felicidad; quien se considera feliz, se equivoca; para el sabio hoy la felicidad es inalcanzable".
La cuestión es antigua. Michel Onfray en "Las sabidurías de la antigüedad" dice que en la Grecia antigua "sea cual fuere la escuela (filosófica), todas invitan al hombre que practica la filosofía a liberarse de lo que le impide ser feliz,..." Lo cual implica en primer lugar un acto de fe en la felicidad. Así Epicuro piensa que si la filosofía no cura las heridas del alma, es decir, no proporciona la felicidad, no sirve para nada. El famoso "tetrafármakon" epicúreo -expuesto por Filodemo de Gadara- es sobre todo una afirmación de que "la felicidad es posible".
Desde Epicuro hasta Bertrand Russel con su libro "La conquista de la felicidad" el debate ha sido largo y, a veces, apasionado. B. Russel dice que "la absorción en sí mismo" -la del pecador, la del narcisista y la del megalómano- es un grave obstáculo en el camino de la felicidad. Y expresamente afirma: "No creo que el hecho de ser infeliz indique ninguna superioridad mental. El sabio será todo lo feliz que permitan las circunstancias..." Y dice más:"El secreto de la felicidad es éste: que tus intereses sean los más amplios posibles y que tus reaccinoes a las cosas y personas que te interesan sean, en la medida de lo posible, amistosas y no hostiles".
Césare Pavese en "El oficio de vivir" afirma: "Este es, en efecto, el secreto de la felicidad: asumir una actitud, un estilo, un molde en el que deben caer y modelarse todas nuestras impresiones y expresiones".
La reflexión y el debate sobre la felicidad continúa. A ello nos invitan los clásicos latinos:
+"Superba est felicitas" (Curcio)
La felicidad es magnífica.
+"Nemo malus felix, minime corruptor". (Juvenal)
Nadie malo es feliz, y menos el corruptor.
+"Non est quod credas quemquem fieri aliena infelicitate felicem". (Séneca)
No es necesario que creas que uno llega a ser feliz por la infelicidad ajena.
+"Numquam erit felix quem torquebit felicior". (Séneca)
Nunca será feliz aquel a quien hace sufrir uno más feliz"
+"Non est beatus esse se qui non putat". (Séneca)
No es dichoso quien no piensa que lo es.
+"Patiens et fortis se ipsum felicem facit" (Publilio Syro)
La persona paciente y fuerte se hace feliz a sí misma.
+"Quid extra petitis intra vos positam felicitatem?" (Boecio)
¿Por qué buscáis fuera la felicidad situada dentro de vosotros?
+"Rara temporum felicitas ubi sentire quae velis et quae sentias dicere licet" (Tácito)
Rara la felicidad de los tiempos en que está permitido sentir lo que quieres y decir lo que sientes.
+"Unum bonum est quod beatae vitae causa et firmamentum est: sibi fidere". (Séneca)
Existe un único bien que es causa y cimiento de una vida feliz: confiar en sí mismo.
+"Ut sis beatus et te alicui stultum videri sine". (Séneca)
Para que seas feliz permite incluso que a alguno le parezcas necio.
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