sábado, septiembre 13, 2008

Felicitas possibilis est.

La felicidad es posible. Más: se puede aprender a ser feliz; para ello es necesario tener sentido del humor y saber descubrir y valorar lo importante en la vida. "Hay que pedir a la vida lo que la vida puede dar"; además "hay que saber manejarse en el conflicto, ... y hay que hacer pareja de baile con la duda".

Para alcanzar la felicidad nos perjudica el trato con "agoreros, cenizos y agonías" y, por el contrario, es muy importante sonreír: "no hay mejor carta de presentación que una sonrisa". Ah!... y no hay necesidad de ser el mejor: "Hay que ser normal. Hay gente que quiere ser supermán, superwoman, superpareja, superpadre... ¡Sea usted normal!".

Lo acaban de decir (no sé si de descubrir) los psicólogos (y... ¡esta gente sabe mucho!).

Creo que no está de más que el personal se repita a sí mismo que "la felicidad es posible", que "la auténtica sabiduría es saber vivir felizmente". Pero...¿hay algo nuevo en estas "píldoras para la felicidad"?

Por citar a un clásico, Lucrecio nos "tiene dicho" -"De rerum natura" II- : "¿Nadie ve que la naturaleza humana no reclama otra cosa sino eliminar el dolor del cuerpo y disfrutar de toda sensación agradable con mente libre de miedo y preocupación? Realmente a la naturaleza humana sana le hace falta muy poco para alejar el dolor y aún para ofrecer abundantes deleites. A veces la propia naturaleza no pide otra cosa que... tendernos con buena compañía en el suave césped, junto a un arroyuelo, a la sombre de un árbol frondoso y regalar el cuerpo sin grandes dispendios; sobre todo si el cielo sonríe y la estación del año siembra de flores el verdor de la hierba. No desaparecen antes las enfermedades del cuerpo si te acuestas en bordados tapices y en púrpura roja, que si yaces en ropa plebeya."

Todo ser humano tiene derecho a la felicidad, teniendo cubiertas sus necesidades vitales. Pero, por favor, ¡a nadie se le obliga a ser feliz! Los "agoreros, cenizos y agonías" tienen derecho a seguir viviendo. Mas.... librémonos de ellos, porque contaminan.

Ya los romanos se protegían contra estos tipos. Entre los romanos el falo era un amuleto protector para dar suerte, evitar el mal de ojo, rechazar la envidia y contrarrestar el efecto maligno de hombres o demonios. Es frecuente encontrar el falo en las fachadas de casas y comercios en las ruinas de Pompeya, como numen protector de la vivienda contra la mala suerte y para favorecer la buena fortuna y la felicidad de sus moradores. La imagen de arriba decoraba el frente de un horno de una panadería pompeyana. "Hic habitat felicitas" (Aquí habita la felicidad) .

Todavía hoy por los pueblos de Aragón se pueden encontrar en algunas puertas símbolos fálicos, posiblemente de influencia romana; se encuentran tanto en los picaportes de viviendas como de otros edificios, incluidos ermitas e iglesias. Este es de Aguascaldas, cerca de Campo, en Huesca .
¿Protegerán realmente contra "agoreros y cenizos"? ¿Facilitarán la felicidad?

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